“YO PINTO LA MÚSICA”: LAS VISIONES ÉPICAS DE ALEKSEY TOPOEV

por Ikaro Valderrama


Aleksey Topoev ©
Actualmente, en el territorio que constituye la denominada República Jakasia, al sur de Siberia, tan solo el 11 % de la población pertenece a la etnia jakasa, es decir, al pueblo nativo. Siendo minoría en su propia república, los jakasos (al igual que un sinnúmero de grupos aborígenes alrededor del mundo) corren el riesgo de olvidar su lengua originaria y la preservación de sus tradiciones.  Hoy en día,  las nuevas generaciones no están particularmente interesadas en rescatar su herencia cultural; la mayoría de los jóvenes jakasos habla ruso y estudia el inglés como segunda lengua en las escuelas públicas.   

Chamán Berkut (Шаман Беркут). Aleksey Topoev ©
Es en este contexto en el que  la obra de Alexey Topoev adquiere una relevancia significativa, pues sus dibujos traen al presente las historias épicas tradicionales y el saber ancestral del pueblo jakaso: héroes y heroínas nómadas; chamanes, danzadores, caballos alados, o representaciones impresionantes de la estepa y la taiga son algunos de los motivos que resplandecen en sus cuadros.
De cualquier modo, pese a que la obra de Topoev evoca imágenes de la antigua tradición oral de los pueblos siberianos, sus dibujos se revisten de un estilo contemporáneo que los acerca al formato de la novela gráfica o del comic. En este sentido, Topoev logra levantar un puente moderno por el que las nuevas generaciones pueden transitar en busca de sus propias raíces y tradiciones.

Sin título. Aleksey Topoev ©

Aleksey Topoev y su hijo Emil, en Jakasia.
Aleksey Topoev ©


Aleksey Topoev nació en Vernaya Toya, una pequeña aldea al oeste de Jakasia, territorio limítrofe con las Montañas doradas de Altái. Él mismo cuenta que si bien desde la infancia empezó a interesarse por el dibujo, nunca consideró seriamente dedicarse al arte. Esto cambió en el año 2000 ante una experiencia decisiva: el momento en que escuchó por primera vez, en vivo, a un intérprete del tradicional khai o canto de garganta. Dicho intérprete era el joven estudiante de música Emil Terkishev, quien hoy en día es uno de los más reconocidos músicos y compositores de Siberia, fundador del legendario grupo Altái Kai y artista de renombre internacional.


Topoev relata que tras su encuentro con Terkishev su mundo interno se transformó de una manera indescriptible. Las visiones que plasma en sus dibujos empezaron a llegar una tras otra, sin premeditación alguna. “Ante la página en blanco no sé qué es lo que voy a dibujar. El dibujo se va formando por sí mismo”, dice Topoev al hablar de su proceso creativo. “Yo pinto la música”.

El guerrero y la mariposa.
Aleksey Topoev ©

Pese a que él mismo no es un especialista en la historia de los pueblos del Asia Central, los académicos y conocedores de la épica siberiana reconocen que los detalles de las vestimentas, los atributos o la apariencia misma de los personajes fantásticos retratados en sus cuadros, coincide con los atuendos tradicionales de los pueblos siberianos y con algunas de las historias épicas relatadas desde antiguo  por los khaiyi

Chamán blanco, (Белый Шаман). Aleksey Topoev ©
El Dorado Arig (Алтын-Арыг).
Aleksey Topoev ©
Desde el momento en que tuvo sus primeras revelaciones como artista, Aleksey Topoev no ha parado de dibujar.
En 2010, algunos de sus trabajos fueron expuestos en París, con motivo del Concurso Internacional Ventana a Rusia. También ha expuesto en salas de Siberia y en Turquía. No obstante, él mismo confiesa que nunca ha sido su interés exponer o ganar dinero con los dibujos que realiza. “Tan solo quiero dibujar para el pueblo, para que no olvidemos a nuestros ancestros, ese es mi objetivo principal”.
Cuando  Aleksey Topoev me mostró sus dibujos por primera vez, insistió en que se aprecian mejor con música de fondo. Música de los pueblos nómadas del Asia Central, preferiblemente con la música de su amigo Emil Terkishev, la que le trajo las primeras visiones y le abrió un  camino como artista.  Contemplamos los dibujos mientras suena de fondo un tema clásico de Altái Kai. Entonces, realmente me siento transportado a ese universo épico a través del ritmo galopante del topshur y de las poderosas imágenes plasmadas por Topoev. En ese momento entiendo que es necesario escribir este breve texto para presentar por primera vez su obra al público latinoamericano y, de paso, para remarcar los esfuerzos de un artista nativo siberiano en busca de salvaguardar la memoria de su pueblo.

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