KHAI DZHI: PALABRAS DE LOS ANCESTROS

Por Íkaro Valderrama

…a la memoria de Roberto Burgos Cantor,  maestro y amigo

Menguires, megalitos ancestrales de República Jakasia
Entre los pueblos originarios de Altái, Jakasia y Shoria, al sureste de Siberia en la Federación Rusa, aún se preserva el arte de los khai dzhi o contadores de historias. Su rol en las comunidades es muy importante desde antiguo, ya que ellos salvaguardan la memoria de sus ancestros a través de la recitación y el canto de los poemas épicos. Las capacidades y dones del khai dzhi se comparan en muchos sentidos a los del chamán (kham kidzhi). Si bien ambos se acompañan de un instrumento musical, lo más común es que los chamanes de dichos territorios usen tambores y arpas de boca (temir khomus) para viajar a las regiones superiores e inferiores del cosmos, mientras que los contadores de historias se valen del topshur y del chatkhan, instrumentos muy antiguos de cuerda pulsada. Hay dos maneras en que una persona llega a ser khai dzhi: (1) por herencia, es decir cuando hay ancestros contadores de historias en el linaje familiar, o (2) por haber recibido el don directamente del Khan Tengri (el Eterno Cielo Azul). La memoria prodigiosa del khai dzhi, que le permite recordar extensos poemas épicos en una métrica particular y recitarlos durante horas y a veces por varios días, se considera un don celeste.
Alguien me contó la historia de cómo en cierta oportunidad una chamana y un contador de historias de la misma aldea tuvieron que unir fuerzas. El espíritu de la enfermedad se había apoderado de una persona y la chamana no lograba expulsarlo. Fue entonces cuando ella mandó llamar al khai dzhi, quien cantó extáticamente versos que describen la batalla entre un poderoso chamán y un ser del inframundo en tiempos de los ancestros. Cuentan que el espíritu de la enfermedad, al escuchar los versos del khai dzhi, empezó a manifestarse, inconforme de que en la historia el ser del inframundo fuese derrotado. Entonces la chamana, quien aguardaba ese momento, aprovechó para expulsar al espíritu de la enfermedad y curó a su paciente… 
Las palabras y nombres particulares que canta y recita el khai dzhi en las aldeas de Jakasia, invocan en su lengua originaria a los ancestros y afectan la realidad. Las personas que escuchan las historias épicas, al verse reflejadas en estas, en la rememoración de los antiguos encuentran respuestas y conocimientos para resolver situaciones cotidianas o problemas del clan, de la comunidad. De ahí que la figura del khai dzhi sea sumamente apreciada, pues más allá de la entretención que causa su asombrosa interpretación poético-musical, su valor reside en ser un mensajero de los ancestros a través de los cantos épicos. 
En Jakasia y Altái el canto de garganta se denomina khai, de ahí que la traducción más precisa de ‘khai dzhi’ no sea contador de historias, sino la persona (dzhi) que hace canto de garganta. Por otra parte, en Mongolia y Buriatia, más al Este, la palabra ‘Böö’, que comúnmente se traduce como chamán, significa “el que canta”. Ciertamente, los rituales de chamanes mongoles involucran el canto (no necesariamente de garganta) y la recitación de extensas historias, en la cuales hay referencias por nombre propio a los ancestros y a distintos espíritus de la cosmología tengrista. Este estrecho vínculo entre canto y práctica chamánica, entre recitación poética y preservación de épicas ancestrales, se encuentra firmemente arraigado en las culturas de pueblos siberianos como los que he mencionado. 
El 19 de mayo del 2016 fui invitado a hacer una presentación en la IV Conferencia Internacional para la Preservación de la Lengua y la Cultura de los Pueblos de Asia Central, evento que se celebró en Abakán en la Universidad Nacional de Jakasia, Nikolai N. F. Katanov. Los especialistas, provenientes de países como Kirguistán, Kazajstán y de distintas repúblicas de la Federación Rusa, hablaron sobre la importancia de generar estrategias para la preservación de las lenguas originarias, ya que idiomas como el jakaso, por ejemplo, corren el riesgo de desaparecer pronto si no se toman medidas urgentes para la educación de las nuevas generaciones. Entre otras cosas, al olvidar el idioma se perdería el acceso a los versos cantados de los khai-dzhi, fuente de conocimiento para el pueblo jakaso desde tiempos antiguos. 
Para mi presentación en el marco de aquella conferencia decidí interpretar el chatkhan de nueve cuerdas, el instrumento nacional de Jakasia utilizado por los khai dzhi, y el cual había empezado a estudiar con mi maestro, el músico y lutier jakaso Sergei Charkov. Decidí tocar un ritmo clásico de chatkhan usado por los khai dzhi; pero en lugar de las épicas tradicionales que desconozco canté un poema que años atrás le escribí al cóndor. (“En la sexta aurora / del séptimo mes / un ángel plumas de cóndor / sembrará en tu carne / cielo virgen / la palabra…”). Me valí del canto de garganta e incluso al momento de recitar intenté imprimirle al poema las entonaciones más parecidas al estilo de los khai dzhi, a quienes escuchaba en las viejas grabaciones del periodo soviético que me pasó el maestro Charkov. El auditorio estaba fascinado. La situación en todo caso debió parecer surreal: un hombre de la remota Sogamoso está ahí en medio de Asia Central, le canta al cóndor y se acompaña con un instrumento jakaso, al estilo de los khai dzhi.
Aunque la figura del khai dzhi sea propia de la herencia cultural de regiones de Asia Central y Mongolia, su rol de mensajero y guardián de la memoria ancestral es similar al que tienen muchos ancianos/as, hombres y mujeres de conocimiento y poetas en un sinnúmero de comunidades humanas en las cuatro direcciones del planeta. Lamentablemente, al igual que pasa con el idioma jakaso, son muchas las lenguas originarias en vías de desaparición o extintas. Dicho proceso de exterminio idiomático va de la mano con la implantación de formas de pensamiento unidimensionales, enfocadas en el consumo y la subyugación.
Considero que los diálogos, intercambios y tejidos entre tradiciones, cosmovisiones y expresiones artísticas de distintos pueblos del mundo resultan indispensables para reconocer contextos similares, luchas compartidas, estrategias de adaptación y de reacción ante problemas ambientales y socioculturales que revisten un carácter global y que ameritan transformaciones profundas de nuestros modos de vida y sistemas de organización. Un proceso de esta índole debería ir siempre a la escucha de las voces y experiencias de los ancestros… 
Además, puede que al escuchar las historias antiguas empecemos a reconocer nuestra propia e inevitable condición de ancestros para las generaciones futuras: un entendimiento semejante no debería dejarnos impasibles.
***

EL JARDÍN DE LOS ANCESTROS

Ya no cae la lluvia      en el jardín de los ancestros.
Entonces, 
            ¿quién canta?
¿El recuerdo de los pájaros, la voz de la piedra, las ramas de los árboles caídos?
No, aquí ya nadie canta, ni siquiera el silencio acaricia la piel de la tierra, ni la boca de Dios
―la sedienta boca del Creador― se atreve a recitar las 12 sílabas                    

                                    del himno del origen.
Pero entonces,
si aquí ya nadie canta
y ya no cae la lluvia… ¿volverán un día mis hijos al jardín de los ancestros?

Íkaro Valderrama
Paipa, Colombia 
Septiembre del 2019




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