TOPSHUR o el Espíritu de la Montaña

Foto: vesti.ru
Por Íkaro Valderrama

Varios instrumentos tradicionales siberianos suelen tener únicamente dos cuerdas, las cuales manifiestan el complemento armónico entre las fuerzas femeninas y masculinas del cosmos. Tal es el caso del topshur, un antiquísimo instrumento de cuerda pulsada, procedente de las llamadas “montañas doradas” de Altái. El topshur ha sido usado desde hace cientos de años para acompañar a los tradicionales khai chi o contadores de las historias épicas ancestrales, así como las danzas y cantos rituales altaicos. Las cuerdas pueden estar hechas de crin de caballo o, en tiempos más recientes, de nylon.  

Hay muchas canciones sobre el topshur, y hoy en día compositores como Emil Terkyshev o Bolot Bayrishev siguen escribiendo temas que hablan sobre la belleza y poder del insrumento. Las leyendas también son muchas, pero todas conservan una estructura narrativa similar, arquetípica. Una de dichas leyendas sobre el origen del topshur, cuenta cómo dos hombres se dieron a la tarea de construir un puente y, para lograr su cometido, juraron que no hablarían entre sí y que no se distraerían bajo ninguna circunstancia. Pasado un tiempo, escucharon un hermoso canto proveniente de la montaña, un canto de mujer. Ante la belleza celestial de aquella voz los hombres no pudieron resistirse y emprendieron camino de inmediato. Llegados al lugar de donde provenía la música, vieron cómo una preciosa mujer  (el espíritu de la Montaña) desaparecía ante sus ojos, dejando tallada en una inmensa roca la forma del Topshur.
   

Nohon Shumarov, maestro de Altai, interpreta el topshur
En esta leyenda, el ascenso de los hombres a la  montaña representa el ascenso de sus propias 
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conciencias en busca del conocimiento. Se trata del momento en que abandonan los oficios del mundo práctico para recibir el saber de los espíritus de la naturaleza. En este caso la comunión entre las fuerzas femeninas y masculinas se expresa en el encuentro entre los hombres y la Diosa que entrega el instrumento. De este modo, el topshur se convierte él mismo en un puente, pero no un puente físico como el que pretendían construir los hombres, sino un puente espiritual entre el mundo de los hombres y el mundo de la naturaleza. El modelo del instrumento, a su vez, queda esculpido en la roca para la memoria de todas las generaciones.

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El proceso de elaboración del topshur es un largo ritual que empieza incluso al momento de escoger el árbol, la madera. Los maestros suelen ser guiados en sueños hasta “el árbol que canta”, el árbol cuyo destino es hacerse topshur. Actualmente son pocos los lutieres tradicionales dedicados a la elaboración de este instrumento, pero ellos mismos suelen afirmar que desde siempre ha sido así, pues el llamado de los espíritus de la montaña no es para todas las personas.

  

 
Una composición mía para topshur, Bogotá, 2013.

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