REFLEXIONES PRELIMINARES SOBRE EL KOTODAMA - UZLYAU
por Íkaro Valderrama
Aprendí
Kotodama en Ufá, capital de República Bashkortostán, con Fairuz Bikaev, maestro
de artes marciales, quien a su vez organizaba las clases de kotodama del
maestro japonés Svami-Shivam-Savaad Tatehiro-Nozue,
cuando este visitaba Rusia.
En principio realicé constantemente los cinco movimientos y los cinco sonidos antes
de mis conciertos, o de mis prácticas personales de canto, como un ejercicio de
calentamiento y preparación; poco tiempo después, casi sin darme cuenta, el
kotodama ya se había vuelto una práctica diaria, no solo para mi entrenamiento
vocal sino para mi propio desarrollo perceptual y de autoconocimiento.
Íkaro Valderrama. Foto de Jorge "Coque Gamboa" |
No
considero una casualidad el hecho de que haya entrado en contacto con el
kotodama precisamente en Bashkortostán, el lugar en donde empecé a desarrollar
mis habilidades de canto de garganta —originariamente denominado uzlyau por los bashkires—. Dadas las
circunstancias, para mí fue un proceso natural el terminar involucrando ambos
conocimientos; por una parte, estaba empezando a buscar las sonoridades del
canto de garganta con mi aparato fonador y, por otra, el kotodama me ofrecía la
posibilidad de rastrear esas sonoridades realizando posturas corporales y
sonidos vocálicos que permitían mayor concentración y atención a lo que
acontecía con mi cuerpo al momento de emitir dichos sonidos. De este modo, al
realizar las posturas y sonidos del kotodama imprimiendo las técnicas del canto
de garganta, los efectos físicos (perceptuales), sonoros y espirituales adquirieron
dimensiones que —al menos por ahora— me resulta imposible describir sin acudir
a la mística o a la poesía, pues están por fuera de toda argumentación
netamente racional. Lo que sí puedo decir es que durante la práctica de los
cinco movimientos y sonidos del kotodama se expresan los sonidos /u/, /o/, /a/,
/e/, /i/, que al pronunciarse imprimiendo la fuerza originaria del uzlyau generan una expansión vibratoria
muy potente y de larga duración. Si yo canto con “naturalidad” —sin canto de
garganta— el sonido “e”, en postura de kotodama, puedo prolongar la exhalación
durante un tiempo variable (que está alrededor de los 45 segundos); esta
duración se duplica o triplica al ejercer el canto de garganta. Al final, la
práctica vocal evidencia que sus raíces están en los procesos de respiración;
estos procesos se pueden regular de distinta manera según el trabajo particular
del aparato fonador. Aunque llevar un conteo del tiempo durante la práctica de
kotodama no es recomendable, lo cierto es que el arte del canto de garganta
posibilita explorar el efecto del sonido y la respiración ante ciertas posturas
corporales y un direccionamiento particular de la vibración.
Por
ejemplo, al “cantar” el sonido /o/ (el cual por su propia naturaleza tiende a
manifestarse en una tonalidad más baja y concentrada en el vientre), haciendo
uso de los tonos más guturales del uzlyau,
se genera una intensidad en las sensaciones internas, fisiológicas, y la
posibilidad de “disolverse” en la experiencia sonora (experiencia perceptual),
destronando la supremacía del ego y del monólogo del pensamiento. Este proceso
resulta aún más contundente cuando se realiza la práctica kotodama-uzlyau con
otras personas, pues la espiral sonora termina por entretejer todas las voces,
al punto de que no podemos reconocer nuestra propia voz individual en la
experiencia de tonos armónicos y sonidos primigenios que se manifiestan.
Ahora bien,
el kotodama no es propiamente una técnica de canto. Más bien podría decirse que
el canto es una expresión del kotodama, y en este sentido es que se genera una
correspondencia natural entre el uzlyau
y las cinco vocales y sonidos. Considero posible ahondar en las posibilidades
de este tejido kotodama-uzlyau manteniendo claridad respecto a la preservación
y desarrollos particulares que, tanto la cultura marcial de Japón como las
tradiciones musicales y chamánicas de Asia Central han hecho a partir del
conocimiento de la voz. No olvidemos que en buriato y mongol la palabra que
designa al chamán es Böö, “el que
canta”, y que igualmente hay testimonios sobre el uso del canto de garganta por tribus de Asia Central y Mongolia durante las batallas.
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