ENTREVISTA CON SERGEI CHARKOV: LA MAGIA DEL CHATKHAN
Sergei Charkov y su hija Julia en concierto. |
—
¿En qué se diferencia la música de
Jakasia de otras músicas siberianas, como la tuvana o la altaica?
—
La
línea melódica y los ritmos constituyen la diferencia primordial, por otra
parte el protagonismo del chatkhán en
las composiciones le da un carácter particular a la música tradicional jakasa.
En cuanto al idioma jakaso, quizás tenga más parentesco con el altaico que con
el mismo tuvano, lo cual le da un carácter particular a nuestra música y a las
épicas tradicionales que preservan los khai-chi.
—
El chatkhán se considera la cítara
del Asia Central, y este es uno de los instrumentos que usted elabora. ¿De
cuántas cuerdas consta el chatkhan tradicional jakaso?
—
Siete.
Mi primer profesor de chatkhán en la Escuela de Música de Askiz, lo consideraba
un instrumento arcaico, primitivo, y enseñaba un tipo de interpretación que, a
mi modo de ver, es bastante limitada si se consideran todas las posibilidades
reales del instrumento. Ahora yo elaboro chatkhanes de hasta doce cuerdas,
aunque también sigo haciendo de siete y nueve cuerdas. La mayoría de nuestros
chatkhanistas prefiere las doce cuerdas, pues ofrecen mayor versatilidad y una
caja de resonancia más poderosa. Como lutier y como músico siempre he buscado
la experimentación, y no pienso que el chatkhán sea un instrumento del pasado.
Video con imágenes de la exposición de chatjanes
de Charkov en Ababán, el instrumento que ese escucha es un chatkhán
tradicional.
—
Hace algunos meses tuvo lugar una
exposición suya en una de las galerías más importantes de Jakasia, ¿podría
contarnos un poco al respecto?
—
Desde
hace mucho tiempo he tenido la intención de dar a conocer el chatkhán y de
rescatar su valor cultural e instrumental; la exposición que mencionas fue
justamente una exposición donde presenté más de veinte tipos diferentes de
chatkhanes elaborados en mi taller. Están hechos en diversos materiales, con
distinto número de cuerdas y tipos de afinación.
Julia
Charkova interpréta un chatkhán de 12 cuerdas elaborado por su padre. 2015.
—
¿Podría relatarnos cómo surgió
su interés por la música tradicional de Jakasia?
—
Siendo
muy joven quise aprender a tocar la guitarra, sin embargo mis padres nunca me
compraron una. Ese fue el momento en el que intenté por primera vez hacer un
instrumento musical; sin embargo, mis primeros intentos por crear una guitarra
fracasaron rotundamente. Más adelante, mientras prestaba el servicio militar,
logré elaborar el cuerpo de una guitarra acústica, sin mayores detalles, pero
ya era algo. Más adelante quise aprender a interpretar la guitarra
profesionalmente, entré a la Facultad de Música de Askiz, pero por consejo de
los profesores (un mal consejo, quizás) empecé a tocar la dombra rusa, un
instrumento de tres cuerdas cuya técnica es bastante compleja. Tendría que
pasar un buen tiempo antes de que conociera a mis primeros maestros de chatkhan.
—
Pero usted elabora otros
instrumentos además del chatkhan…
—
Sí,
en principio yo sé construir todos los instrumentos tradicionales de la música
jakasa. Sin embargo podría decirse que me especializo en dos instrumentos, los
que más me gusta interpretar: el chatkhán y el ikh (nuestra viola esteparia). También construyo con frecuencia
tambores tradicionales, rituales.
Sergei Charkov (derecha), con el grupo Sabjilar,
Jakasia.
—
Usted lideró dos de los proyectos
musicales más importantes, por no decir legendarios, en la historia de la música
de jakasia, Sabjilar (junto al maestro
Slava Kuchenov y Anna Burnakova) y Kirkaz
(en compañía de su hija Julia Charkova). ¿Cómo se han venido engranando los
oficios del lutier y del intérprete en su propio trabajo?
—
Para
mí, hacer instrumentos musicales e interpretarlos es algo que constituye un
todo orgánico. Crear instrumentos únicamente para venderlos es algo que no
tiene sentido en mi propio quehacer. Yo considero que el balance lo otorga la
interpretación, el sonido mismo. Dos alas de un mismo pájaro.
—
Sin embargo, hasta donde tengo
entendido, usted no ha dado conciertos recientemente.
—
No
ha sido algo premeditado, últimamente he tenido bastante trabajo en el taller,
construyendo y restaurando instrumentos. Sin embargo, ya empiezo a sentir ese
desbalance al no estar tocando en público.
—
¿Hay algún proyecto musical en
gestación?
—
Sí.
Se trata de algo más contemporáneo, cercano a lo que en Rusia ha empezado a
denominarse etno-rock. Siempre me ha gustado el rock, desde mis primeros
acercamientos a la guitarra en mi juventud. En el segundo disco de Sabjilar, grabado en San Francisco,
puede sentirse esa influencia, no de manera premeditada ―pues estábamos haciendo
folk tradicional—, pero sí es algo que se destaca en la esencia de algunas
composiciones.
la música de Siberia si tiene un sonido definitivamente rockero. Muchas gracias por compartir.
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